Lucero Paz tiene que aceptar su destino cuando le diagnostican un cáncer terminal. Está llena de arrepentimientos y se da cuenta de que en realidad no ha vivido la vida al máximo, hasta que Rubén, su cuidador, intenta hacerle entender que la vida es lo que está sucediendo en este momento.

Ambos emprenden entonces un viaje de resistencia, aceptación y amor a la vida bajo cualquier circunstancia.