
“Grumpy Old Man — Un experimento en Super 8 que convierte la sencillez en pura diversión”
Grumpy Old Man (3 minutos y 23 segundos) es un cortometraje breve y directo que demuestra que no se necesita un gran presupuesto para hacer una película que valga la pena. Filmado en Super 8, captura de inmediato esa belleza nostálgica y granulada que recuerda los días dorados del cine clásico. Hay algo mágico en ver nuevamente esa textura: se siente artesanal, honesta y llena de encanto.

Dirigido, escrito y producido por Chris Ihlenfeldt, este proyecto experimental mantiene las cosas simples, pero muy ingeniosas. Seguimos a un viejo gruñón que ya no soporta los montículos de topos que invaden su jardín, y lo que comienza como una molestia cotidiana se transforma en un pequeño y divertido plan de venganza. La manera en que Chris lo construye —los movimientos, los encuadres, el humor— muestra a un cineasta que entiende cómo contar una historia visual sin complicarla.

La música mantiene el ritmo y da energía a las travesuras del protagonista. Aunque no haya diálogo, se entiende todo perfectamente —eso es narrar con imágenes. La película puede tener un presupuesto cero, pero la creatividad está al máximo. Es experimental, sí, pero también divertida y entretenida, una prueba de hasta dónde puede llegar un director con pura imaginación.
¿Y el final? Digamos que cierra con un giro perfecto: gracioso, inesperado y completamente acertado.
Felicitaciones a Chris Ihlenfeldt por crear algo tan simple y efectivo. Grumpy Old Man demuestra que la verdadera creatividad no necesita dinero, solo una buena idea, una cámara y sentido del humor.

Descargo de responsabilidad:
Esta reseña refleja las opiniones personales del autor, Darwin Reina. Todos los derechos, imágenes y materiales relacionados con Grumpy Old Man pertenecen íntegramente a su creador, Chris Ihlenfeldt, y a su equipo de producción. Las imágenes y referencias se utilizan únicamente con fines editoriales y de crítica.
Reseña de película: Grumpy Old Man (USA, 3 minutos)
Reseña por Darwin Reina
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